jueves, 8 de junio de 2017

La vida corre rápido y más aún cuando vivis estable en un lugar.
Es raro escribirlo, más aún después de pasar más de 4 años viajando.
Pero estando estable en un lugar ves los avances, los cambios, las faltas.

Miro mi departamento, el lugar a donde vivo y me cuesta creer que realmente es MI hogar. Después de tener tantos hogares momentaneos donde el hogar real era mi sadhana o mi corazón. De repente que un hogar tenga paredes y que sea TU hogar es extraño.

También te hace ver como lo que ya no está, no está. Realmente tomar consciencia de las cosas que pasan, como mi mamá que partió. Estoy segura que si estuviera viajando no lo sentiría tanto.

Vivir estable en un lugar también te ayuda a concerte más, yo pensaba que eso sucedía más en el viajando, ya conocen ese dicho, a veces tenés que viajar por le mundo para encontrarte y otras veces, tenés que permanecer en un lugar para conocerte. Creo que podría fusionar mi pensar con esa frase en: quizá necesitas viajar para encontrarte y después estar estable para realmente conocerte en profundidad.

No digo que una cosa sea mejor que la otra y definitivamente ambas experiencias me enriquecen mucho.

Pero ya no siento este "perseguir" algo, de alguna forma siento que ahora lo que preciso viene a mi. En ese recorrer el mundo, me recorri a mí pero también me re-corrí a mi. Todo lo externo tenía bastante importancia como para no ponerme a mi primero y el estar aca no te permite hacer de cuenta que no lo ves.
Claramente en cuanto al correr tipo maratón, sea por allá o por acá sigo corriendo, solo que acá puedo ver por los ritmos y las cosas más estables, mi correr. Cuando recorres el mundo, no importa tanto el ritmo que lleve tu vida, vivís medio como en una burbuja, soñando, donde todo es bastante perfecto, por que nada es lo suficientemente permanente como para verle las falencias, los defectos y abrazarlo con lo que realmente es.

y  Buenos Aires me está dando eso, abrazar, abrazarme, mirar mis sombras, aceptarlas, aveces quedarnos acostadas en la cama mirándonos y aceptándonos por que ellas me ayudaron a sobrevivir pero ahora me dificultan el crecer. Lo extraño en todo esto es que cuando las quiero negar, cortar, hacer desaparecer, no funciona, ellas siguen ahí. Pero cuando las miro, cuando nos acostamos frente a frente y dialogamos, podemos entendernos y hacer pequeños acuerdos, les puedo agradecer y hacerles entender que ya su misión con migo termino, que necesito su ayuda para poder soltarlas. Y a veces... son compañeras y me dejan avanzar y vivir un rato sin ellas y otras veces, las vuelvo a llamar porque siento que no se vivir de otra forma.
y así nos vamos encontrando.. nos vamos mirando, nos vamos abrazando hasta que algún dia espero logré realmente darme cuenta que ya no nos necesitamos.

Mientras tanto nos miramos, a veces, profundamente a los ojos.